lunes, 22 de octubre de 2012
LOS MAESTROS TAMBIÉN APRENDEN DE SUS ALUMNOS
En este corto tiempo que nos conocimos, me enseñaste muchas cosas:
A ser paciente cuando intenté enseñarte, porque tus logros fueron el premio más lindo que pude recibir… no a mi ritmo, sino al tuyo.
A escucharte sin juzgar según mis ideas, porque así pude comprenderte mejor en las tuyas.
A reír con alegría y ternura, porque tus salidas espontáneas me hablaron de tu vitalidad y juventud, refrescando mi alma.
Me enseñaste a ganar tu corazón enojado y que no quería dejarse conquistar. Lo hiciste haciéndome contar hasta cien más de una vez…¡y valió la pena!
Me enseñaste a ser mejor maestra cuando me presentabas desafíos, me cuestionabas mis métodos, me pedías paciencia, tiempo y mi cariño.
Me enseñaste a hacer goles en la cancha del salón, con gambetas de ideas para hacer que quisieras leer una novela en Lengua, y con tiros libres de trabajos para Sociales.
Me enseñaste a valorar lo que más te importaba: ese reggaetón que hasta en sueños me seguía… esos grafitis hechos en papel, y que estoy segura, un día van a ser obras de arte urbano en una pared.
¿Te parece raro? Vos, siendo mi alumno, fuiste mi maestro!
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